lunes, 23 de febrero de 2015

¿Sexo de cine?



Desde cuando el sexo es ¿de cine o de película? como mucho de filmografía porno y ni eso. Ahora muy de moda el sexo a lo 50 Sombras de Grey. Venga si, que ayer vi a un hombre comprando seis cinturones en el Zara. Se nos está yendo de las manos me parece a mi el asunto. Pero bueno, allá cada cual.  

Todos nos imaginamos nuestro polvo perfecto, pero nunca llega a ser de película. En todos los filmes llegan al clímax y venga cambio de plano y a otra cosa mariposa. La rehostia de noche con el mejor final, pero ¿qué pasa ahora que el hombre se ha corrido? ¿O llevaba condón? Alguna al final del coito ni se acuerda, lo que tienen las pasiones o los alcoholes.

En la vida normal esos estereotipos de película de la existencia sigue tras el orgasmo no aparecen. Llega el momento más patético y show a la vez de la noche más romántica. Llega el “No la saques porque vas a poner las sábanas pérdidas y yo quiero seguir durmiendo” o “Sácala antes de que se te baje, no se vaya a quedar por ahí dentro y la liamos”. Vaya hombre con lo agustito que se estaba dentro.
En ambos casos se acabo la magia. En el primero comienzas a rectar junto con tu pareja por la cama como si de dos parapléjicos se tratasen hasta que llegáis al borde de la cama y ya ves apartadas las zapatillas de casa o prendas que anteriormente llevaseis puestas del suelo, para un segundo más tarde separarte del enchufe en el que hace un minuto habías descargado y te separas como si te hubiera dado un calambrazo. En el segundo de los casos, te retiras el preservativo como si estuvieras manejando material químico sin una luz que te asegure que andas sembrando un reguero. Le plantas un nudo y llega el momento de ¿habrá papelera? O te la juegas y lo lanzas bajo la cama. Al final, al día siguiente aparece, tu lo miras con cara de asco y si te descuidas lo coges con unas pinzas de depilar a lo CSI.

Se acabo el romanticismo sexual. Esto las películas no lo muestran. Aquí no hay un corte de plano, la vida sigue. Y el pinchito acaba con la parte menos agradable del sexo. Tras eso vuelve la normalidad, abracito y a dormir o espantada según sea la situación. La memoria solo recordará el momento de placer.

Hollywood nos tiene muy estandarizado el polvo perfecto, pero tras las cámaras el mundo es mucho más real y cómico. Y esta realidad rara vez aparece en la ficción.

jueves, 12 de febrero de 2015

Vagos hay en todos lados



Quizás a los españoles nos moleste que nos vean como personas vagas en lo relativo a lo laboral, pero, ¿lo somos?

La cuestión tiene muchos puntos de vistas, incluidos más allá del sistema ibérico. Respuestas cómicas al asunto tiene aún más. Hay quien dirá que depende del ojo con el que se mire y otros dirán "No, yo no soy español".

A la única conclusión que se puede llegar es que vagos hay en todos lados del mundo, el resto es un desconocimiento de las personas que se atreven a adjetivar de tal modo a otras de las que poco o nada saben de su situación.

Esto no se trata de una reivindicación, ¡no! Se trata de algo más. ¿En que momento como sociedad nos empezó a molestar lo que pensaran el resto de naciones sobre nosotros? ¿A caso debemos demostrar algo a alguien? ¿Nos dan ellos de comer? ¿Se mueven por nosotros? Y las respuestas a estos interrogantes no son "SI nos dan alguna subvención", porque subvenciones les dan a todo el mundo en lo referido al ámbito geográfico europeo en el que nos encontramos y que son los que tienen esta percepción.

Por lo tanto, de qué sirve esta falsa afirmación, no más que para hacernos culpables y comernos la cabeza de si en otros sitios trabajan más y mejor. Pues sabed que en el resto de lugares se trabaja lo mismo. No estamos todos en el mismo punto, pues muy lejos no debemos andar para que nos critiquen si somos más eficientes o menos. Una cosa es lo que nuestros políticos hagan y otra muy diferente es lo que somos como pueblo.

Tontos, vagos y maleantes los hay de todas las nacionalidades. Lo que piensen de nosotros en este sentido es algo que no nos debe importar lo más mínimo, porque con solo indagar un poco en cada país podemos ver exactamente lo mismo o peor.

Ser alegres y tener la siesta como costumbre no es ningún motivo, ni indicio de una actitud laxa hacia el trabajo. Son filosofía y cultura de vida con cientos de años de nuestra tierra.